Las primeras referencias documentales a familias judías en Girona datan de finales del siglo IX. Allí vivieron hasta 1492, cuando fueron obligados a abandonar la ciudad a causa del decreto de Isabel I de Castilla y Fernando II de Cataluña-Aragón, decreto por el cual se los expulsaba de sus reinos.
En un primer momento se documentan familias judías viviendo al lado del actual palacio episcopal. Más tarde y hasta el siglo XV la comunidad se fue concentrando en el interior de la Força Vella de la ciudad y acabaron configurando el Call de Girona.
El call es el nombre que recibe el barrio judío de las ciudades y pueblos de la Cataluña medieval.
A la comunidad judía la gobernaba y administraba la aljama. El consejo de la aljama, formado por prohombres de la comunidad, se reunía periódicamente y se regía por la Ley de Moisés, aunque prevalecían siempre los privilegios reales.
Las comunidades judías catalanas pagaban sus impuestos directamente al rey mediante las colectas, las cuales establecían el reparto y la recaudación.
La vida religiosa de la comunidad se articulaba alrededor de la sinagoga, lugar donde se reúnen los judíos para estudiar, rezar y aprender la ley de Dios. La sinagoga de Girona, que incluía escuelas y baños rituales, se documenta en tres sitios diferentes.
Entre los siglos XII y XIV llegaron a vivir en la ciudad hasta ochocientas personas de religión judía, que equivalían al 7 u 8% del total de la población gerundense. Trabajaban en distintas ocupaciones, aunque predominaban los artesanos. Otros llegaron a ocupar cargos importantes en el reino catalano-aragonés, como por ejemplo Astruc Ravaia y sus hijos, quienes fueron bailes y tesoreros reales entre 1267 y 1284. Otros, dedicados a negocios mercantiles, como las familias Cresques y Caravita, entre otras, extendieron sus negocios más allá de la ciudad.
Destaca, sin embargo, el maestro Mossé ben Nahman, sabio, filósofo y poeta ampliamente reconocido, nacido en Girona y que fue médico de Jaume I. Junto con otros pensadores coetáneos, convirtieron Girona en uno de los principales centros de estudio y difusión de la cábala entre los siglos XII y XIII. La cábala es una tendencia filosófica propia del judaísmo medieval basada en el misticismo.
A mediados del siglo XIV la relación entre las comunidades judía y cristiana empezó a deteriorase porque el malestar social y económico que se vivía en todo el país se canalizó contra la comunidad judía, considerada por los cristianos como símbolo del mal y de los problemas generales. Las familias judías fueron víctimas de varios tumultos populares; el ataque de sufrieron en 1391 fue especialmente violento.
El 31 de marzo de 1492 Isabel I de Castilla y Fernando II de Cataluña-Aragón dictaron el decreto de expulsión de las familias judías de todos sus reinos. Entre el 31 de julio y el 2 de agosto de 1492 numerosas personas se vieron obligadas a abandonar sus casas, tierras y documentos.